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martes, 31 de marzo de 2009

Se aliaron narcos de México e Italia: Saviano / Ericka Montaño


México e Italia son el futuro de la droga, y mientras este problema no se resuelva en el primer país no podrá haber solución en el segundo, sentencia el escritor italiano Roberto Saviano, autor del libro Gomorra, en el cual da cuenta de la forma en la que opera la mafia napolitana, la Camorra, organización que lo tiene amenazado de muerte.

En una videoconferencia con medios mexicanos, Saviano habla de las ligas entre narcotraficantes de ambos países y advierte: el gobierno mexicano actuó demasiado tarde y solo no podrá frenar el narcotráfico porque, “de acuerdo con versiones de la agencia antidrogas estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés) y la Organización de las Naciones Unidas, existen pruebas de que (los narcotraficantes) en México y África construyeron estructuras más grandes y estables que las de las instituciones”.

Gomorra ha vendido en México más 20 mil ejemplares y en el mundo unos 2 millones; ya fue llevado a la pantalla bajo la dirección de Matteo Garrone y recibió múltiples premios europeos. La cinta fue seleccionada por Italia para competir en los Óscares, aunque quedó fuera de la selección final.

Tras el éxito del libro, Saviano vive oculto, sin domicilio fijo, protegido por cinco guardaespaldas y viajando siempre en vehículos blindados. Su situación ha generado la simpatía de escritores de todo el mundo, entre ellos varios premios Nobel, quienes exigieron al Estado italiano “acciones efectivas para protegerlo y vencer a la Camorra”.

En verdad, dice el escritor y periodista, “el problema del narcotráfico y de los cárteles italianos no podrá ser resuelto si no se soluciona primero en México. Siempre se ha pensado que Colombia es el número uno (en el tráfico de drogas) y no se dan cuenta de que México ha evolucionado mucho en este negocio”.

Lo que ahora hacen los narcotraficantes colombianos para competir con México es que entregan la droga a domicilio, lo que antes no pasaba, explica el escritor desde la sede de la editorial Random House-Mondadori en Roma. México, añade, “es la demostración de que el narcotráfico tiene un poder tal que puede generar un capital similar al producto interno bruto de un país e incluso tener un ejército superior al de un Estado. Sin embargo, el problema de los cárteles mexicanos no es sólo del país, sino del mundo. Lo mismo va para las mafias italianas: no son un problema de esa nación, también son un problema del mundo. En África a la cocaína se le llama petróleo blanco y eso nos habla de la cantidad de dinero que se mueve en torno suyo”.

El narcotráfico en nuestro país es el tema de uno de los libros en los que está trabajando –el otro tiene que ver con su afición al box, y es acerca de Óscar de la Hoya–, y subraya que uno de los lazos más fuertes que existe entre italianos y mexicanos se da entre la Ndragheta (la mafia calabresa) y el cártel del Golfo. Incluso existe otro más, porque los mafiosos están importando a Malverde como santo patrono, “lo que muestra también un intercambio cultural”.

La Ndrangheta “ha contribuido a que México se haya convertido en el número uno en el tráfico de drogas. La fuerza de los cárteles mexicanos en su relación con Italia es que desde su país llega la droga a Estados Unidos y África; de África pasa a Europa y este movimiento es manejado por los cárteles italianos. Lo que hacen las mafias italianas es que compran a México lo que produce y distribuye”.

Saviano (Nápoles, 1979) señala la dificultad de ofrecer un consejo al gobierno mexicano, aunque agrega: “por los análisis de los observadores internacionales más importantes, tengo la impresión de que México ha iniciado demasiado tarde el ataque al narcotráfico y no podrá hacerlo solo, o contando nada más con la ayuda de la DEA. El narcotráfico tiene que ser enfrentado de manera internacional, como sucede con el terrorismo islámico”.

Las advertencias se hicieron hace años y una provino del subcomandante Marcos, “quien presagió que el narcotráfico llegaría a tener mucho poder. Los avisos ya estaban, pero no se actuó con tiempo suficiente”, refirió Saviano, cuyo nuevo libro Lo contrario de la muerte, estará en las librerías mexicanas en unas semanas.

El gobierno mexicano “tiene una responsabilidad gigantesca, pero el poder de los cárteles va más allá de lo que se puede hacer con Estados Unidos, porque llega a todo el mundo.

“Existen países que llegan a aceptar este aspecto criminal como algo normal, e inclusive son importantes para la economía de esas naciones”.

Que un narcotraficante como Joaquín El Chapo Guzmán llegue a la lista de Forbes no sorprende a este periodista napolitano. “Todo nos lleva a pensar que el futuro de estas burguesías criminales es florido. Tengo la certeza de que los capos de la organización italiana entran en la categoría de burguesía criminal, porque tienen perfiles empresariales: son médicos, empresarios, algunos hasta sicoanalistas y licenciados. Tienen cierto nivel de instrucción universitaria. No sé si en México ocurra lo mismo, pero la tendencia general es que la gente que maneja este negocio ya no es gente que viene de la calle”.

En varias ocasiones Saviano ha comentado que, pese a lo que vive, no se arrepiente de haber publicado el libro. Habla de la posibilidad de abandonar Italia, pero no para tener una vida normal “eso es imposible; pero estoy seguro que con el tiempo estas organizaciones me darán una tregua, cuando ya no esté a su alcance; a lo mejor México no es la mejor opción”.

Convertido en símbolo de la lucha por la libertad de expresión y contra la mafia, Saviano reconoce: “eso pesa un poco porque soy escritor, no juez antimafia. Siento mucha responsabilidad por contar (estas historias) y ayudar a los que son perseguidos por la mafia. No le temo a la muerte, pero sí a vivir de esta forma. No creo que lo peor sea la muerte, sino vivir como estoy viviendo. Me han cortado la libertad, me quitaron mi vida anterior al libro, la destruyeron; mi familia ha tenido presiones muy fuertes. En este sentido tal vez ya ganaron, pero cada vez que hablo y alguien me escucha, siento que ellos pierden”.

Fuente: Diario la Jornada del día 31 de Marzo del 2009, Sección de Sociedad y Justicia

lunes, 30 de marzo de 2009

China en los cables internacionales / Reflexiones de Fidel Castro Ruz


De la Reflexión tomada de CubaDebate publicada en nuestra prensa el lunes 30, titulada: “China, la futura gran potencia económica”, la mayoría de los cables internacionales informaron solamente lo que se refería a mis críticas a las declaraciones de Biden, en Viña del Mar. Solo EFE dedicó unas líneas al final de su despacho, al tema principal del artículo. Reconocer el creciente papel de China en la economía mundial, es trago amargo para Occidente.

La gran prensa, sin embargo, sigue hablando del pujante poder económico de China. Ayer 29, la agencia de noticias DPA expresaba que “China tomó a Estados Unidos por sorpresa con su osada propuesta de reemplazar el dólar como principal divisa internacional, por una nueva ‘supermoneda’.” A continuación informa que China lucha contra el poder dominante de Estados Unidos en el sistema financiero mundial, se hace eco de la opinión del Banco Central Chino, que considera la crisis y sus consecuencias en todo el mundo un reflejo de la fragilidad interna y los riesgos inherentes del sistema monetario internacional que su país desea cambiar, con la nueva moneda de reserva. Alude, a favor de su tesis, que ya el famoso economista británico John Maynard Keynes propuso en los años 40 una moneda global.

Señala en el mismo cable que “China aspira a obtener un puesto de Director en el FMI, un organismo hasta ahora dominado por Estados Unidos y que, según las previsiones del G-20, debe asumir los sistemas financieros nacionales”.

“Como el más grande de los países emergentes, China exige más influencia para los Estados pobres, especialmente golpeados por la crisis.”

Reitera en su argumentación el conocido hecho de que China, con un monto de 740 mil millones de dólares en bonos de la Tesorería norteamericana, es el principal acreedor de Estados Unidos.

No hay que olvidar que Alemania, sede de la oficina central de la DPA, está preocupada por el ruinoso papel que la política económica de Estados Unidos ejerce sobre Europa. Alemania es, en la actualidad, el país industrializado que exporta el más alto porcentaje de su Producto Interno Bruto. La crisis económica la afecta más que a ningún otro.

La opinión pública mundial tiene el deber y el derecho de conocer más sobre los problemas económicos de una crisis que golpea hoy a todos los pueblos del mundo.

Fuente: Tomado de http://www.cubadebate.cu en la sección de Especiales del día 30 de Marzo del 2009. En: http://www.cubadebate.cu/index.php?tpl=design/especiales.tpl.html&newsid_obj_id=14624

domingo, 29 de marzo de 2009

Una guerra perdida que continúa / Michael Massing


Si la guerra contra las drogas ha fracasdo, su estrategia debería cambiar. Pero el gobierno de EE.UU. no entiende o no quiere entender el silogismo: concentra sus fuerzas básicamente en una droga (la marihuana) e ignora otros aspectos urgentes del combate, como la rehabilitación.

En el marco de la fracturada política estadounidense, apenas existe algún tema de carácter social que no haya sido sometido a un agudo e incluso acre debate. La beneficencia, la educación, las acciones afirmativas, la seguridad social, los servicios médicos, los derechos homosexuales, el aborto, las relaciones entre Estado e Iglesia. Todo ello ha producido forcejeos ideológicos nada insignificantes. El tema de las drogas, empero, constituye una notable excepción. Hoy, lo mismo que hace más de veinte años, se libra una guerra contra las drogas. Estados Unidos sigue enviando aviones para rociar herbicidas sobre las plantas de coca. Sigue manteniendo guardacostas en el Caribe para perseguir a los traficantes. Sigue colocando cientos de agentes aduaneros en su frontera suroeste para atrapar a los intermediarios que ocasionalmente trasladan mercancía más allá del norte de México. Dentro del país, la policía aún lleva a cabo más de un millón de arrestos anuales relacionados con las drogas, la mayoría de ellos por delitos menores. Desde principios de los años noventa, los índices de criminalidad en Estados Unidos han disminuido en forma constante, pero el número de personas que cumple condenas se ha incrementado a más de dos millones. Y la causa de todo esto es, en gran medida, la guerra contra las drogas.

Esa guerra está sin duda perdida. Pese a todos los esfuerzos destinados a clausurar las fronteras de la nación, pese a todos los operativos quirúrgicos y callejeros, las drogas aún abundan en Estados Unidos. Y el abuso con que se consumen es todavía un grave problema. A nivel nacional, millones de personas son adictas a la heroína, la cocaína, el crack, las metanfetaminas, y el oxycontin (un medicamento que se receta para el dolor). Estos usuarios cautivos son responsables de muchos crímenes, muertes por sobredosis, visitas a las salas de urgencias y abusos de menores relacionados con drogas. Un estudio tras otro ha demostrado que el tratamiento y la rehabilitación son los medios más efectivos y menos costosos para reducir estas consecuencias. Sin embargo, tales servicios aún son sumamente inadecuados. De los más de doce mil millones de dólares que el gobierno gasta cada año para combatir las drogas, sólo un veinticinco por ciento se destina al tratamiento de los usuarios adictos. Más del sesenta por ciento se destina a la DEA (Drug Enforcement Administration), al Departamento de Estado, a la Guardia Costera, a las Aduanas y a otras instituciones que intentan reducir la oferta aun cuando es evidente lo fútil de este enfoque.

Prueba de lo perdurable de la guerra contra las drogas es lo sucedido en Albany, la capital del estado de Nueva York. Cada año, la legislatura de Nueva York promete reformar el infame Código Rockefeller. Ese conjunto de leyes, aprobado en 1973, impone sentencias absurdamente estrictas para delitos menores, así que los portadores de unas cuantas onzas de cocaína o heroína son enviados a prisión por veinte años o más. Las leyes resultan tan excesivas que incluso el gobernador republicano George Pataki, tan políticamente recatado, ha respaldado la reforma. Cada año la legislatura aborda el tema obedientemente, y cada año fracasa en su intento. Finalmente, este año, tras un largo debate, la legislatura logró aprobar una revisión de la ley, y el gobernador la firmó. Aun así, los cambios introducidos fueron tan pequeños, y la reducción de las condenas fue tan menor, que los estándares Rockefeller permanecen esencialmente intactos. Esta actitud timorata es la regla en cada estado del país.

Al par de la pasividad del gobierno está la indiferencia de los medios de comunicación masivos. A finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando las pandillas del crack se apoderaron de los conjuntos habitacionales y las madres solteras gastaban sus cheques de beneficencia en esa droga, el New York Times y otros periódicos relevantes tenían exclusivas sobre las drogas, escritas por periodistas asignados específicamente para informar sobre su uso y los esfuerzos para combatirlo. Hoy, el tema de las drogas no ha hecho más que desaparecer de las noticias, y el zar antidrogas John Walters es un burócrata pálido que pocas personas reconocen.

Por supuesto, si se considera la cobertura sensacionalista y alarmista que se ha dado al tema de las drogas, el olvido puede no ser tan malo. En los noventa, por ejemplo, los periodistas estadounidenses que escribían sobre México sólo estaban interesados en las drogas, la violencia y el crimen. Según sus reportajes, México era una tierra regida por narcotraficantes sedientos de poder y dispuestos a enviar su veneno al corazón de Estados Unidos. Estos reportajes se basaban en información proporcionada por los agentes antidrogas de Estados Unidos, molestos por la falta de cooperación de sus contrapartes en México. Con la elección de Vicente Fox y el inicio de mejores relaciones con Estados Unidos, esos agentes tienen menos quejas, y el flujo de información para los periodistas se ha detenido.

Recientemente, sin embargo, con la oleada de violencia relacionada con la droga en Nuevo Laredo y otras ciudades fronterizas, el viejo sensacionalismo está de vuelta. "Perdiendo la batalla", rezaba en julio un encabezado de Newsweek International. "Un agudo repunte en la violencia relacionada con las drogas ha hecho que los analistas se preocupen por la 'colombianización de México'." En realidad, el artículo citaba tan sólo a un analista del derechista Instituto Cato, en Washington. Otros funcionarios a ambos lados de la frontera, señalaba, rechazan tales advertencias por considerarlas "desbordadas". De hecho, la amenaza de la colombianización de México —muy invocada a finales de los noventa— no se menciona mucho estos días. En lo que concierne a las relaciones México-Estados Unidos, el tema de las drogas ha sido opacado por el de la migración ilegal. Cada noche en CNN, por ejemplo, Lou Dobbs se entrega a desvaríos enloquecidos contra los "aliens" ilegales —es decir, los mexicanos— que cruzan la frontera llevando consigo crimen, drogas y enfermedades, y arrebatándole a los estadounidenses los empleos que les pertenecen. A muchos estadounidenses, sobre todo en el suroeste, les gustaría ver que su gobierno desviara recursos de la guerra contra las drogas hacia la guerra contra la inmigración.

Aun así, la guerra contra las drogas continúa. Como muestra de cuán equivocadas son las prioridades del gobierno en esta lucha, hay que decir que su blanco principal no es la heroína, la cocaína o las metanfetaminas, sino la marihuana. Si uno consulta la liga para "datos sobre las drogas" en el sitio de internet de la Oficina Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos, se encontrará con un recuadro amarillo que lleva por título "La verdad sobre la marihuana", que a su vez contiene ligas hacia datos que describen los enormes riesgos que implica la marihuana. Así como hace veinte años Nancy Reagan exhortaba a los jóvenes a "decir simplemente no", la prioridad número uno del gobierno hoy en día es mantener a los adolescentes alejados de la hierba. Su razonamiento es el siguiente: la marihuana es la droga más utilizada y, lo que es más, los jóvenes que la consumen son más propensos a consumir drogas más fuertes conforme crecen. Ésta es la vieja teoría de la "entrada" al consumo de las drogas, un estorbo que ha sido desacreditado una y otra vez por los investigadores.

La marihuana continúa siendo el blanco principal de la política antidrogas de Estados Unidos porque es políticamente útil. Cada estado tiene su propios activistas antidrogas listos para calificar de "blando" a cualquier político que se atreva a desafiar el consenso en torno a la guerra contra las drogas. Ésa es una etiqueta que aún puede ser fatal en las urnas, así que son pocos los políticos que se atreven a alzar la voz.

Sin embargo, en fechas recientes, el establishment antidrogas recibió un desafío de una fuente desconcertante —la Asociación Nacional de Condados o municipios. Conformada por funcionarios locales de todo el país, esta agrupación ha debido lidiar con la diseminación de las metanfetaminas en numerosas comunidades rurales y suburbanas; en estados como Misuri, Iowa, Illinois e Indiana, el número de decomisos de metanfetaminas se ha disparado. En julio, esta asociación expidió una declaración en la que describía cómo las metanfetaminas están arruinando familias enteras y llenando las cárceles, y llamaba al gobierno federal a reponer los ochocientos millones de dólares en fondos para la lucha antidrogas en el interior del país, cuya eliminación se había propuesto antes. El grupo fue especialmente crítico respecto de la concentración del gobierno sobre el tema de la marihuana, y afirmó que esto desviaba la atención del problema más serio de las metanfetaminas. Fue un golpe desconcertante para la guerra contra las drogas, y vino de un grupo que señala las tendencias nacionales.

Desgraciadamente, es poco probable que esto marque alguna diferencia. La guerra contra las drogas está tan arraigada y la oposición es tan marginal, que el prospecto de una reforma parece más remoto que nunca. En los años que vienen, el gobierno no dudará en continuar invirtiendo mucho más en aviones que rocíen herbicidas y en perros que olfateen droga que en camas y clínicas para rehabilitación, camas y clínicas que podrían cambiar realmente las cosas.~

— Traducción de Marianela Santoveña

Fuente: Edición web de la revista Letras Libres del mes de Septiembre del 2005
En: http://www.letraslibres.com/index.php?art=10738

sábado, 28 de marzo de 2009

La guerra perdida contra la droga / José Miguel Larraya


Durante décadas, la violencia en América Latina estuvo asociada a la insurrección armada y a la represión militar de la revolución. Hoy, con los antiguos guerrilleros ocupando despachos oficiales, otro fantasma ocupa el escenario: la violencia armada asociada al tráfico de drogas. Una violencia que alimenta un negocio multimillonario, que extiende la inseguridad y el miedo en grandes y pequeñas ciudades, que drena recursos ingentes a los Estados.

Y lo peor: lejos de remitir, se multiplica y amenaza la estabilidad de los Gobiernos. Tres ex presidentes latinoamericanos -Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; César Gaviria, de Colombia, y Ernesto Zedillo, de México- han certificado, en un amplio documento, la derrota de las fuerzas del orden en su guerra contra las drogas. Ello no significa que hayan levantado la bandera blanca frente al crimen organizado. Reclaman una nueva estrategia política y policial que surja de un amplio debate social al que convocan a todas las fuerzas sociales del continente. Y exponen sus datos y argumentos en el documento Drogas y democracia: hacia un nuevo paradigma, redactado por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, que forman 17 destacadas personalidades independientes. Reclaman un nuevo enfoque, con menos énfasis en la represión y más en política sanitaria y educativa. E incluyen una recomendación -la descriminalización de la tenencia de marihuana- que por su reclamo mediático puede eclipsar una reflexión de mayor alcance.

Los hechos reseñados son abrumadores: después de años de lucha, América Latina sigue siendo el mayor exportador mundial de cocaína y marihuana, y ha comenzado a producir opio, heroína y drogas sintéticas. Además de exportar, los países del continente han incrementado sus niveles de consumo. El aumento del crimen organizado ha generado un crecimiento de los niveles de violencia que afecta, sobre todo a los pobres y a los jóvenes (ver cuadro adjunto); la corrupción del sistema -políticos, funcionarios, jueces y policías- criminaliza la política, desafía a los Gobiernos, y se infiltra en las instituciones democráticas. La ofensiva militar desencadenada por el presidente de México, Felipe Calderón, contra los carteles de la droga de su país es el mejor ejemplo de la gravedad del problema.

El documento de 47 páginas (www.drogasydemocracia.org) ofrece datos sobre el fracaso de la política de represión. "A pesar de que los niveles de aprehensión, tanto en los países exportadores como en los importadores, hayan presentado aumentos considerables, ellos no afectaron a la oferta final ni aún al precio del consumidor. Por el contrario, el precio de la cocaína presenta una tendencia dominante de caída, en tanto el producto aumenta su grado promedio de pureza". En el negocio de la droga, los beneficios para el crimen organizado se reparten, además, de de desigual manera. El informe citado refleja los precios efectivos por kilogramo.

El semanario británico The Economist, en su edición del pasado 7 de marzo, arrojaba cierta luz sobre cómo estan organizadas las redes de narcotráfico en el Reino Unido, el país europeo con mayor consumo de cocaina, puesto que arrebató recientemente a España. Según el semanario, que cita fuentes oficiales, la droga es remitida a unos 300 importadores que la pasan a una red de unos 30.000 distribuidores que, a su vez, cuenta con una flota de 70.000 vendedores callejeros, vulgarmente conocidos como camellos.

Los programas de lucha contra la erradicación no consiguieron reducir la producción, pero sí generaron cambios con repercusiones no previstas.

"Hasta mediados de la década de los noventa, la hoja de coca era cultivada principalmente en Perú y Bolivia, dos países que detentaban el 80% de las plantaciones mundiales de coca y que procesaban las hojas en pasta". Trasportada en avionetas hacia la selva colombiana, era transformada en laboratorios clandestinos en cocaína. La droga era enviada desde Colombia a Estados Unidos.

La erradicación de las plantaciones en Perú y Bolivia trasladó la producción a Colombia, en territorio controlado por los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que "pasaron a organizar a los productores y a intermediar las ventas de la producción", añade el informe. A su vez, la contraguerrilla de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (UAC) también pasaron a participar en el negocio del narcotráfico.

La lucha contra los carteles colombianos y el Plan Colombia -el mayor operativo militar financiado por Estados Unidos contra la droga y la guerrilla- fraccionó el poder de las bandas de Cali y Medellín, y el control del sistema de intermediación pasó a manos de los carteles mexicanos. De ahí el "aumento enorme de la criminalidad y la violencia asociadas al tráfico en México, con importantes ramificaciones en las instituciones públicas", señala el informe.

Cambio de paradigma

La estrategia centrada en la represión, en opinión de la comisión, no solo no ha resuelto el problema, sino que ha creado otros nuevos. "La relación entre homicidios, armas de fuego y comercio de drogas es central. Las drogas financian las compras de armas que sustentan las guerras entre pandillas para el control de territorios y del tráfico" afirma el informe. La propuesta de la comisión está basada en tres grandes directrices: tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública, reducir el consumo mediante acciones de información y prevención y focalizar la represión sobre el crimen organizado. De una forma más concreta propone las siguientes medidas:

- Transformar a los adictos de compradores de drogas en el mercado ilegal en pacientes del sistema de salud. "El Estado debe crear las leyes instituciones y regulaciones que permitan que las personas que han caído en la adicción a las drogas dejen der ser compradores en el mercado ilegal para convertirse en pacientes del sistema de salud".

- Evaluar con un enfoque de salud pública y haciendo uso de la más avanzada ciencia médica la conveniencia de discriminalizar la tenencia de marihuana para consumo personal.

- Reducir el consumo a través de campañas innovadoras de información y prevención que puedan ser comprendidas y aceptadas, en particular por la juventud, que es el mayor contingente de usuarios.

- Focalizar las estrategias represivas contra el crimen organizado.

- Reorientar las estrategias de represión al cultivo de drogas ilícitas.

Las dimensiones del desafío son tan enormes que su solución no esta sólo en manos de los dirigentes latinoamericanos. Ni la estrategia prohibicionista de Estados Unidos -el país con la mayor población carcelaria del mundo, donde el costo anual estimado de mantenimiento de un preso es de cerca de 30.000 dólares- ni la política europea de reducción de los daños de las drogas como un asunto de salud pública son soluciones definitivas.

La solución de largo plazo pasa "por la reducción de la demanda en los principales países consumidores. No se trata de buscar países culpables para tal o cual acción u omisión, pero sí de afirmar que EE UU y la Unión Europea son corresponsables de los problemas que enfrentamos en la región, pues sus mercados son los mayores consumidores de las drogas producidas en América Latina" subraya el informe.

Fuente: Diario el País del día 26 de Marzo de 2009.

viernes, 27 de marzo de 2009

Yo no apagaré la luz el sábado

Este sábado, World Wildlife Fund (WWF) quiere que se apaguen durante una hora las luces en todo el planeta como un gesto a favor de la Tierra y en contra del calentamiento global. En España, muchas ciudades tomarán parte en esta iniciativa de manera oficial, entre ellas Barcelona, Madrid, Zaragoza, Granada, Bilbao, Valencia y Segovia. Las luces de monumentos emblemáticos como la Giralda, la Torre del Oro, el Puente de Triana, el Palacio Real, el Congreso de los Diputados y la puerta de Alcalá se quedarán a oscuras. A los españoles se les ha animado, además, a que apaguen las luces en sus casas.

Estos esfuerzos están cargados de buenas intenciones. Pero, desgraciadamente, esta iniciativa es un gesto puramente simbólico que infunde la errónea impresión de que hay fórmulas fáciles e instantáneas para resolver el cambio climático. Aun en el supuesto de que en este sábado 1.000 millones de personas apagaran las luces, toda la operación supondría en su conjunto el equivalente a la suspensión de las emisiones de gases de efecto invernadero de China durante sólo seis segundos. En términos económicos, los beneficios medioambientales y humanitarios de los esfuerzos de todo el mundo desarrollado ascenderían a no más de 10.000 libras esterlinas [alrededor de 10.752 euros al cambio de hoy].

La campaña no pide a nadie que haga algo que le cueste más, como prescindir de calefacción, el aire acondicionado, los teléfonos, internet o la comida caliente. Es de suponer que si alguien se sienta en su casa a ver la televisión, con la calefacción y el ordenador en funcionamiento, podrá afirmar que ha tomado parte en una respuesta al recalentamiento del planeta siempre que mantenga apagadas las luces de su casa. El simbolismo es casi perverso. Además, la iniciativa podría producir una contaminación más elevada en conjunto que si nos limitamos a dejar las luces encendidas.

Cuando se le pide que prescinda de la electricidad, la gente recurre a las velas. Las velas parecen muy naturales, pero son casi cien veces menos eficaces que las tradicionales bombillas incandescentes y más de 300 veces menos eficaces que las luces fluorescentes. Si se enciende una vela por cada bombilla que se apague, el que lo haga no estará reduciendo las emisiones de CO2 en absoluto e incluso, si enciende dos velas, emitirá aún más CO2. Por si fuera poco, las velas contribuyen a la contaminación del aire en recintos cerrados entre 10 y 100 veces más que el nivel de contaminación producido por todos los coches, la industria y la producción de electricidad.

No hay ningún sustituto barato del carbono que quemamos. Esta es la razón por la que muchas promesas de reducciones drásticas de CO2 se quedan simplemente en compromisos vacíos de contenido .Una solución seria al recalentamiento del planeta tiene que centrarse necesariamente en la investigación y desarrollo de energías limpias en lugar de empeñarse en promesas vacías de reducción de las emisiones de carbono.

Es indispensable que de manera urgente consigamos hacer de la energía solar y de otras tecnologías innovadoras recursos más baratos que los combustibles fósiles, de manera que podamos liberarnos de las fuentes tradicionales de energía durante mucho más tiempo que una sola hora y, a la vez, mantener el planeta en funcionamiento. Todos los países deberían ponerse de acuerdo en destinar un 0,05% de su PIB a la investigación y desarrollo de energías con bajas emisiones de carbono.

No deja de resultar irónico que actos puramente simbólicos nos retrotraigan en estos tiempos a otras épocas más sombrías.

Fuente: Por Bjorn Lomborg, Profesor de la Escuela de Negocios de Copenhague y autor del libro El ecologista escéptico, en El Mundo, Resumen de Prensa InterMoney Energía, viernes, 27 marzo 2009.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Preguntas de un obrero que lee / Bertolt Brecht

















¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas?
En los libros se mencionan los nombres de los reyes.
¿Acaso los reyes acarrearon las piedras?
Y Babilonia, tantas veces destruida, ¿Quién la construyó otras tantas?
¿En que casas de Lima, la resplandeciente de oro, vivían los constructores?
¿Adónde fueron sus constructores la noche que terminaron la Muralla China?
Roma la magna está llena de arcos de triunfo.
¿Quién los construyó?
¿A quienes vencieron los Césares?
Bizancio, tan loada,¿Acaso sólo tenía palacios para sus habitantes?
Hasta en la legendaria Atlántica, la noche que fue devoradapor el mar, los que se ahogaban clamaban llamando a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él sólo?
César derrotò a los galos;
¿no llevaba siquiera cocinero?
Felipe de España lloró cuando su flota fue hundida,
¿No llorò nadie más?
Federico Segundo venció en la Guerra de Siete Años,
¿Quién más venció?
Cada página una victoria
¿Quién guisó el banquete del triunfo?
Cada década un gran personaje.
¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias,
tantas preguntas.

Riesgos de la militarización fronteriza

En la víspera del arribo a nuestro país de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, el gobierno de la nación vecina anunció ayer un paquete de medidas orientadas a reforzar la seguridad en la frontera con México, entre las que se incluye un incremento notable en la presencia de agentes federales estadunidenses en la región; la creación de una unidad de inteligencia regional de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), que servirá como central de coordinación de todas las actividades de la FBI en relación con México; la erogación de unos 700 millones de dólares de recursos públicos para optimizar los sistemas de intercambio de información entre las autoridades de ambos países, y la entrega de aeronaves a la Fuerza Aérea y la Marina mexicanas.

El conjunto de acciones no incluye, por el momento, el envío de efectivos militares estadunidenses a la franja fronteriza, aunque la titular del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, señaló que todavía estamos considerando esa posibilidad, declaración que encierra un importante cambio de matiz con respecto a la postura expresada el pasado 11 de marzo por el presidente Barack Obama: no estoy interesado en militarizar la frontera.

Por su parte, la canciller mexicana, Patricia Espinosa, aprobó las medidas de seguridad anunciadas por la Casa Blanca y dijo que tales acciones son congruentes con la lucha contra el crimen organizado. Al respecto, cabe recordar que a principios de este mes fueron desplegados 5 mil efectivos militares en Ciudad Juárez, Chihuahua, ante la creciente ola de violencia que se vive en esa localidad.

La militarización de distintos puntos de la frontera por parte del gobierno mexicano, y el refuerzo policial ordenado por las autoridades estadunidenses del otro lado del río Bravo, no necesariamente constituyen pasos correctos en la lucha contra el narco, y apuntan, en cambio, a una estrategia binacional de seguridad equívoca: a fin de cuentas, la zona limítrofe entre los dos países es sólo uno de los espacios de acción de las organizaciones delictivas, en donde se concentran y expresan de manera particularmente violenta los síntomas de un proceso de descomposición social e institucional mucho más amplio que tiene lugar en ambos lados de la línea fronteriza. El paso de drogas, armas y delincuentes por la frontera común es, en efecto, la culminación de procesos que se gestan y desarrollan lejos de ellas y que requieren de atención por parte de ambos gobiernos en zonas geográficas alejadas de la línea divisoria común y de ámbitos de acción más amplios que el policial y el militar.

Con estas consideraciones en mente, cabe afirmar que el despliegue de un mayor número de elementos de las fuerzas públicas en la región no implica por sí mismo un golpe al poder de los cárteles de la droga ni a sus estructuras logística y financiera, y sí, en cambio, expone a esos efectivos –civiles y castrenses; mexicanos y estadunidenses– a la infiltración y al soborno de los grupos criminales.

Adicionalmente, los gobiernos de ambos países no parecen ser conscientes de que las medidas que se comentan conllevan riesgos indeseables para las poblaciones aledañas a las márgenes fronterizas, como la proliferación de molestias y atropellos –algo que de hecho ya ha ocurrido en México–, y que, en consecuencia, se corre el riesgo de alimentar la animadversión popular contra los efectivos gubernamentales. Por lo demás, la experiencia histórica indica que en circunstancias como la que se comenta tienden a multiplicarse los incidentes fronterizos, las vulneraciones a la integridad territorial y las violaciones a la soberanía de los países. Sería particularmente desastroso que las acciones anunciadas ayer no sólo no sirvieran para acabar con el narco sino que dieran pie a conflictos entre elementos del Ejército Mexicano y de las agencias de seguridad estadunidenses.

En suma, las medidas dadas a conocer ayer por Washington y la satisfacción expresada por el gobierno mexicano ante ellas ponen en evidencia una estrategia de seguridad errónea –y compartida, a lo que puede verse–, que se concentra en el combate a las expresiones epidérmicas de un problema con raíces complejas y profundas como es el narcotráfico. Si lo que se quiere es erradicar de fondo esa y otras expresiones delictivas, los gobiernos de Calderón y Obama no deben concentrarse en acciones policiaco-militares de persecución, que hasta ahora han resultado ineficientes, sino atender los factores sociales, económicos e institucionales que las originan; emprender políticas efectivas de combate a las adicciones, a efecto de reducir la demanda de estupefacientes ilícitos; combatir la corrupción que corroe el entramado institucional de ambos países y, en el caso de México, elaborar y aplicar una estrategia coherente de combate a la miseria, de atenuación de la pobreza y de reducción de las lacerantes desigualdades sociales.

Fuente: Diario la Jornada del día 25 de Marzo del 2009

martes, 24 de marzo de 2009

Intelectuales y narcotráfico / Javier Flores

Cada día me sorprenden más nuestros intelectuales. Cuando se trata de examinar con seriedad la violencia que priva en México, la guerra declarada por el gobierno contra el narcotráfico, las múltiples ejecuciones producto del enfrentamiento entre bandas criminales y las muertes de soldados, policías y de la población civil, se realizan análisis minuciosos de algunos de los factores involucrados en este fenómeno, pero se eluden deliberadamente algunas de las preguntas principales. Por ejemplo: ¿por qué se inició esta guerra?

Insisto, no es que crea que no se les ocurre esta pregunta, pues sería algo increíble, sino que se evade intencionalmente para no exponer al licenciado Felipe Calderón, a quien con omisiones como ésta, sirven cínicamente. Hace algunas semanas vi a algunos de ellos en la televisión. Al parecer se trata de un mal contagioso en ese medio. Algunos intelectuales se han vuelto indistinguibles de los conductores de los noticieros que manipulan la información. Hay temas de los que hay que hablar y otros de los que mejor no.

Algunos de nuestros intelectuales aceptan que la violencia que hoy padecemos como resultado de la guerra contra el narcotráfico es algo que hace algunos años no existía. Es algo novedoso. Nos sorprendíamos de lo que ocurría en naciones como Colombia o en otras latitudes. Ahora se inclinan hacia atrás en sus sillones y ponen cara de asco ante la multitud de cabezas rodando por las calles, como en la guerra civil en Liberia. Pero ante la multitud de muertos, hay una pregunta que sigue viva: ¿cómo llegamos hasta aquí?

Es una pregunta relevante. No es que el narcotráfico se hubiera instalado de la noche a la mañana en México. Quiere decir que ya estaba operando desde años atrás, sin granadas de fragmentación o cabezas rodantes, y de pronto alguien decidió mover el avispero y declararles la guerra. ¿Por qué? Y hay otra interrogante: ¿cuál es la razón por la que algunos intelectuales se empeñan en eludir este tema?

Yo voy a formular una hipótesis, o mejor dicho, otras preguntas útiles para construir una hipótesis. Felipe Calderón ganó las elecciones por un margen muy estrecho, de acuerdo con la postura de los intelectuales a los que me refiero. Desde otras visiones, por el contrario, se sostiene que Calderón llegó a la presidencia por medio de un fraude. Entonces el contexto del que resulta la guerra contra el narcotráfico es el de una crisis de legitimidad.

¿Por qué un gobierno que llega al poder en estas condiciones decide declarar una guerra contra el narcotráfico? ¿Por qué entre sus primeras decisiones se encuentra la de sacar al Ejército a las calles? ¿Por qué otros gobiernos con una legitimidad incuestionable no hicieron lo mismo? Son preguntas que nuestros intelectuales no se atreven a formular… Mejor no hay que hablar de eso.

Quiero hacer aquí un paréntesis. Hay datos que muestran la escasa utilidad de esta política. Por ejemplo, el número de muertes en los dos años pasados, producto de este combate al narcotráfico, es superior al número de decesos atribuibles directamente al consumo de drogas ilícitas en el mismo periodo. Las cifras ya las he dado en este mismo lugar. Resulta más caro el remedio que la enfermedad. También, algunas voces autorizadas, tanto en el medio científico como en otros espacios intelectuales y políticos, han señalado que, pese a su complejidad, la vía más efectiva para resolver este problema es la legalización del consumo de drogas. Un intelectual de primera línea, como Carlos Fuentes, y un ex presidente, como Ernesto Zedillo, lo han dicho recientemente con toda claridad. Pero de esto mejor ni hablar.

Hay algo más. Señoras y señores, niñas y niños: estamos a punto de presenciar un espectáculo de primer orden. Ni el luz y sonido de las pirámides de Teotihuacan lo podrá opacar. Un grupo de intelectuales realizará el salto de la muerte: abandonarán el barco panista para sumarse a las filas del Revolucionario Institucional, el cual, como todo el mundo sabe, amenaza con regresar… No se lo pierdan.

Fuente: Diario la Jornada del día 24 de Marzo del 2009.
En:http://www.jornada.unam.mx/2009/03/24/index.php?section=ciencias&article=a03a1cie&partner=rss

domingo, 22 de marzo de 2009

¿Es Obama socialista? / Carlos Chirinos

Si usted es un político en Washington y le dicen "socialista" no crea que lo están alabando, ni siquiera lo están describiendo, bien podrían estarlo acusando y hasta en algunos casos insultando. Eso le pasa todos los días al presidente Barack Obama.

Sobre todo cuando el término "socialista" es pronunciado con desprecio y alarma por alguien como Rush Limbaugh, una personalidad de la radio que siguen millones de conservadores estadounidenses, al punto que muchos lo han llamado el portavoz, y hasta el líder, del Partido Republicano.

Semanas atrás Limbaugh creó una polémica cuando aseguró que esperaba que las políticas de Obama para rescatar la economía fracasaran.

"¿Por qué voy a querer que el socialismo triunfe en EE.UU.?", se preguntó Limbaugh, lo que le valió que muchos demócratas le acusaran de "antipatriota".

Pero para quienes piensan como Limbaugh los antipatriotas son esos "socialistas" que, como dijo esta semana el representante por Indiana Mike Pence buscan "la transformación de nuestra economía para parecer un socialismo de estilo europeo".

¿Reformismo o socialismo?

Desde la campaña electoral el Obama candidato dejó claro que buscaría establecer más regulaciones para apuntalar la maltrecha economía con la que ha tocado lidiar y evitar futuras crisis.

Obama responsabiliza a la "avaricia" de los capitales y la "irresponsabilidad" de la clase política de la profunda recesión que experimenta EE.UU. y por eso considera que hay que reforzar el papel regulador del estado, sin por eso aniquilar la iniciativa privada, aclara el presidente.

Pero no es sólo lo económico. Obama busca reformas en el sector de educación o en salud, o reinsertar a Washington en el sistema internacional con una vuelta al multilateralismo y a convenios internacionales denunciados por el anterior gobierno.

Esas intenciones preocupan a sectores conservadores que ya desde la campaña electoral acusaban a Obama de "socialista" con la carga peyorativa que puede tener el término en EE.UU.

"No es de los nuestros"

Sin embargo los "verdaderos" socialistas estadounidenses no parecen reconocer al presidente ni a sus políticas como parte de una agenda que les sea ideológicamente cercana.

De hecho el presidente del Partido Socialista de EE.UU., Billy Wharton, escribió un artículo en The Washington Post con el título "Si Obama fuera socialista yo lo sabría".

Para Wharton "la primera demostración de que Obama no es socialista es la manera como está evitando cambios estructurales en el sistema financiero", cuando podría usarse la coyuntura para nacionalizar el sector y "convertirlo en un servicio público fuertemente regulado".

Aunque Wharton duda que "alguna de las políticas de Obama vayan a figurar en los anales del socialismo", invita al presidente a visitarlos durante una de sus reuniones mensuales que asegura que cada día son más concurridas.

BBC Mundo no obtuvo respuestas a las solicitudes de entrevistas que se hicieron tanto al pequeño Partido Socialista de EE.UU. como a su asociada Liga Socialista Juvenil.

"Tanto como Bush"

"Cualquier definición que se use para llamar a Obama socialista podría usarse para llamar al ex presidente George W. Bush socialista", le dijo a BBC Mundo Mark Weisbrot, director del Centro para Investigaciones Económicas ubicado en Washington y conocido por simpatizar con algunos proyectos socialistas en América Latina.

"El socialismo tradicionalmente implica que el gobierno toma control de la economía o de una parte significativa de ella, pero este gobierno no ha hecho eso" asegura Weisbrot, quien destaca que el estado "no ha tomando el control" de los bancos intervenidos.

Para Weisbrot eso se evidencia en el actual impasse con los pagos de bonos a los ejecutivos de la aseguradora American Insurance Group (AIG), ya que pese a que el 80% de sus acciones están en manos del gobierno las autoridades "no tenían información de lo que pasaba".

"En crisis financieras los gobiernos capitalistas siempre asumen el control de los bancos", sostiene Weisbrot, pero afirma que es un control temporal porque en cuanto se estabilice el mercado las instituciones serán vendidas.

El economista identifica una complicación adicional a la hora de las clasificaciones porque asegura que "en la actualidad todas las economías son mixtas" con un sector privado compitiendo y supervisado por el estado.

Repúblicas Socialistas Estadounidenses

Pero sucede que a la Casa Blanca de Obama, y al Partido Demócrata tampoco les gusta que los llamen socialistas, pese a que los demócratas tradicionalmente han estado más vinculados a los movimientos sindicales o ecologistas.

Sin embargo, los demócratas ven en la etiqueta que quieren imponerles los republicanos "un ataque", un antiguo intento de la derecha para desprestigiarlos.

De cualquier manera, en la Casa Blanca dicen estar blindados contra esos ataques entre otras cosas porque "la nacionalización de los bancos comenzó con Bush", como le dijo a BBC Mundo un funcionario que prefirió no ser identificado.

Lo cierto es que Obama está bajo un paradójico fuego ideológico cruzado, porque mientras los socialistas confesos cuestionan su "reformismo" para salvar al capitalismo los adoradores de las teorías del libre mercado cuestionan las intenciones subyacentes en la reforma. "La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas puede estar muerta, pero la Unión de Repúblicas Socialistas Estadounidenses está naciendo", dijo en febrero pasado el ex precandidato presidencial republicano Mick Huckabee al lamentar la aprobación del paquete de estímulo económico del presidente Obama.

Fuente: BBC Mundo.com del día 22 de Marzo del 2009
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7957000/7957978.stm

sábado, 14 de marzo de 2009

La guerra al 'narco' refuerza a Calderón / Pablo Ordaz

Su país horroriza al mundo con los crímenes brutales del narcotráfico, su partido se desangra en las encuestas, caen el PIB, la moneda nacional y los ingresos del petróleo, su equipo de Gobierno le provoca frecuentes dolores de cabeza y el todopoderoso vecino del Norte ya le ha puesto a México el cartel de Estado fallido, pero, pese a todo esto y mucho más, cuando los encuestadores -un auténtico ejército en este país- preguntan a los ciudadanos por Felipe Calderón, la respuesta mayoritaria sigue siendo de apoyo y respeto. El presidente de México obtuvo en febrero un 66,4% de aprobación, cinco puntos más que hace un año, según la encuestadora Consulta Mitofsky.

Calderón, llegado al poder en julio de 2006 por una ajustadísima y polémica ventaja, está consiguiendo que su única carta, su único discurso, el de la guerra frontal al narcotráfico, sea suficiente conjuro para mantenerse de pie en medio del temporal.

Objetivamente, el panorama para Calderón no puede ser peor. Los dos grandes problemas a que se enfrenta su Gobierno -la grave situación de inseguridad y el aterrizaje en suelo nacional de la crisis económica mundial- están ahora mismo en su apogeo. En los primeros 51 días de 2009, se produjeron un millar de asesinatos, mientras que el año pasado hicieron falta 113 días para llegar a esa cifra.

En el terreno económico, lo que Calderón y su equipo pronosticaron como "un catarrito" va camino de convertirse en auténtica pulmonía. Medio millón de trabajadores han perdido ya su empleo y se prevé una cifra igual de aquí al verano. La situación es dramática, si se tiene en cuenta que México cuenta con 43 millones de pobres (un 40% de la población) y que un sinfín de familias sale adelante gracias a las remesas de los emigrantes -con papeles o sin ellos- que trabajan en Estados Unidos, cuyos empleos también tiemblan con la crisis. Toda esta endemoniada situación sería todavía más difícil de manejar para el Gobierno del derechista Partido Acción Nacional (PAN) si además tuviera que enfrentarse a una campaña electoral...

Y es eso justo lo que sucede. El próximo 5 de julio hay elecciones. Los mexicanos acudirán a las urnas para renovar la Cámara federal y elegir a seis gobernadores y a cientos de alcaldes. Las encuestas dicen que el PAN perderá terreno a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que empieza a recuperarse después de que en el año 2000 perdiera su hegemonía de 70 años. Por el contrario, la izquierda mexicana aún no ha conseguido sobreponerse al revés sufrido en 2006. Su candidato, Andrés Manuel López Obrador, llegó a estar durante la campaña 15 puntos por encima de Felipe Calderón, pero la noche electoral perdió por una exigua diferencia de un cuarto de millón de sufragios en una jornada en la que votaron 30 millones de personas. La pugna entre el PAN y el PRI será -lo es ya- a cara de perro, y eso está empezando a provocar una situación muy curiosa, aparentemente contradictoria.

Por un lado, el Gobierno de Calderón está muy preocupado por la mala imagen de México en el mundo. Pero por otro, su partido, el PAN, es consciente de que si alguna posibilidad tiene de competir con el PRI es hablando de "la guerra de Calderón". Hace unas horas, un destacado dirigente del PAN confiaba en voz baja: "Electoralmente, hablar de la lucha contra el narcotráfico nos beneficia a nosotros, porque estamos atajando un problema -el del inmenso poder del narcotráfico- que se había hecho grande a la sombra del PRI. Y hablar de la situación de la economía, que cada semana irá a peor ostensiblemente, beneficia al PRI. Ellos lo saben, y quieren que saquemos la cuestión de la seguridad del debate electoral. Pero es nuestra gran baza. Igual que ellos no admitirían dejar de hablar del desastre económico. ¿De qué hablaríamos entonces? ¿Con qué haríamos campaña?".

El Gobierno está, pues, inmerso en esa gran contradicción. No le interesa que se hable del narco de puertas para afuera, pero sí en el patio nacional. La difusión internacional de las barbaridades diarias, cada vez más truculentas, que cometen los carteles del narcotráfico en su lucha por el control de las plazas ya empieza a tener su efecto negativo. Estados Unidos, por ejemplo, ha dado instrucciones a sus ciudadanos para que eviten viajar a México en la medida de lo posible y que, en tanto la situación mejora, elijan otros países como destino vacacional.

Hace unas semanas, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, hizo un intento vano por contener el flujo inevitable de información. Llamó a los corresponsales extranjeros para rechazar lo que unas fechas antes había sugerido el Pentágono estadounidense. "México no es un Estado fallido", dijo la canciller, aunque a renglón seguido admitió que la situación de violencia se había descontrolado en seis de los 32 Estados -Baja California, Chihuahua, Sinaloa, Durango, Michoacán y Guerrero-. Las declaraciones sentaron muy mal a los gobernadores de los Estados citados y al entorno del presidente. Por si Patricia Espinosa no hubiese ya echado suficiente leña a un fuego que no se quería avivar, el secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, se descolgó en París con unas declaraciones que generaron gran polémica. Dijo que, de no haberse emprendido la lucha contra el crimen organizado, el próximo presidente de México sería "un narcotraficante".

Las desafortunadas intervenciones de los ministros citados -a las que se unió días después la destitución de Luis Téllez, secretario de Telecomunicaciones, grabado por una amante despechada diciendo inconveniencias- han agrandado la imagen de soledad del presidente Calderón. Hasta sus colaboradores reconocen que desde la muerte trágica del anterior secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, su amigo íntimo y su delfín político, Felipe Calderón ha cambiado su forma de vivir la presidencia. Ahora lo hace encerrado en sí mismo y en su único discurso: "Son los narcotraficantes o nosotros, no hay vuelta atrás". Cada día, el presidente dice la misma frase aquí o allá. Es su conjuro.

Fuente: Diario el País del día Sábado 14 de Marzo del 2009

viernes, 13 de marzo de 2009

Alta traición / José Emilio Pacheco

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

miércoles, 11 de marzo de 2009

México, cuna de la impunidad

Impunidad, del latín impunitas, dícese de la falta de castigo. Este termino pareciese se reafirma constantemente en México. Por ejemplo, en 1910 se da la primera gran lucha social que tenía como finalidad derrocar al entonces presidente Porfirio Díaz. Pese al movimiento Revolucionario de hace 100 años el despotismo se mantuvo pues los vencedores y el puñado de ideales que los mantenían le quedaron mucho a deber al país, pues aquellos que tomaron el poder, corrompidos, siguieron atinando una y otra vez en los errores del pasado. Flores Magón en su cuento ¡Viva tierra y libertad!, nos lo dice mas contundente: “—¡La Revolución se ha hecho para los “vivos”, para los que quieren ser gobernantes, para los que quieren vivir del trabajo ajeno!”. Díaz y los revolucionarios pasaron a la historia, y ahí van los primeros abusivos.

En el país del sol azteca la impunidad es factor común. Ha quedado sin un castigo casos como el asesinato de Luis Donaldo Colosio, acontecido en la colonia popular Lomas Taurinas en la ciudad de Tijuana el 23 de marzo de 1994. También el asunto Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, acusado de pederastia en múltiples ocasiones desde 1956. Sin reprobación, y lo escribo cuando arden los adentros de mi puño, no ha tenido ninguna condena la masacre estudiantil acaecida el 2 de octubre del 68 en Tlatelolco.

El 4 de agosto la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos, adherente al movimiento de 1968, presento un pliego petitorio que sintetizaba las exigencias de los estudiantes. Se resume en seis puntos; Libertad a los presos políticos, derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal (instituían el delito de disolución social y sirvieron de instrumento jurídico para la agresión sufrida por los estudiantes), desaparición del cuerpo de granaderos, destitución de los jefes policíacos, indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto y deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.

El gobierno de Díaz Ordaz, o más bien del entonces secretario de gobernación Luis Echeverria, pudo satisfacer las necesidades estudiantiles. Pero con gorilas al mando ¿Qué otra cosa podremos esperar que no sea fuerza bruta? Los de arriba pensaron que el yugo sosegador del pueblo iba escapándose al control de sus manos. Las peticiones de CNH (Consejo Nacional de Huelga) están para un par de semanas, pero la gente se nos echará encima una y otra vez cuando algún problema les aqueje. Limítalos, mándales al ejército.

El militarismo siempre ha sido una forma de legitimar a quienes están en el poder. Actualmente tenemos un ejemplo claro con lo que acontece con el líder del partido blanquiazul, Felipe Calderón, quien ya llegado a la silla presidencial, después de haber sido acusado de fraude en las urnas del 2008, ha utilizado las fuerzas armadas para certificar su presidencia llevando a cabo una guerra frontal “contra el narco”, que se traduce en la materialización del terror hacia el proletariado. Expliquemos esto, en el pueblo se infunde a través de la narcoguerra el sentimiento de tenerse limitado o sumiso ante la posibilidad de inflingir de forma alguna la ley y verse castigado severamente con una fuerza aún mayor, o bien, los individuos sienten cierta dependencia de las instituciones pertenecientes a las fuerzas armadas ya que les hace creer que están salvaguardados de posibles peligros.

La impunidad es la facilidad de delinquir tranquilamente. No se preocupe, que a usted no le harán nada, es el presidente… Llévese todo lo que quiera, al cabo cuando venga la crisis usted ya estará en Suiza leyendo su diario… No importa que las toallas cuesten tres mil pesos, es un lujo que nos paga la gente.

Impunes quedaran todos aquellos delincuentes que no sean acusados por una voz libertaria. Impunes aquellos que no sean agobiados por el peso de la conciencia. Impunes aquellos que merezcan un castigo por hacer nulo caso a las injusticias cometidas en contra del otro, en contra de nosotros mismos, por negar sencillamente la comunión humana.