...

;

jueves, 2 de julio de 2009

Deuda / Alejandro Santiago


Esa noche había bebido demasiado. Llevaba tiempo sin una mujer y eso casi me hacia perder la razón. Debía perder la ansiedad de algún modo y el modo fue el licor. De pronto llamaron a la puerta. Abrí. Era Celina. Estaba dentro de un vestido rojo del mismo color de sus labios. Pregunto la hora. Nueve en punto. Se acercó y me dio un beso cerca de la boca.

- Arthur, iba camino a mi departamento y vi éste gato rasgando tu puerta. Supuse que era tuyo.

- No, ese maldito animal es de Gordon, el mequetrefe de al lado.

Ella se quedo quieta acariciando al minino sin dejar de verlo.

- ¿Quieres pasar y tomar una copa? – dije

Celina olisqueo al gato y le acomodo cerca de su mejilla.

- Esta bien.

Dejó al felino en el suelo.

Dentro estaba todo hecho un desastre. Tenia sobre la sala ropa sucia, una caja de pizza vacía, dos botellas de whisky sin una gota y una de Jack Daniel´s casi por terminar.

Limpie un par de vasos con la camisa y le extendí uno a Celina.

- Disculpa- dije. -No tengo con que lavarlos.

Le serví whisky.

- ¿Qué ha sido de ti Celina?

- Sigo con lo mismo, dando clases de tango a tipos adinerados. Es lo único que ahora vale la pena. Por cierto, linda casa, un poco sucia, pero linda.

Me apeteció la idea de aprender le algunos pasos de tango pero me encontraba lo bastante ebrio como para dar un traspié de inmediato.

-¿Cómo te ha ido a ti?

- He robado un tiempo. No encuentro otro modo de vivir más honesto que robar a los ricos.

- Un Robín Hood moderno- dijo sarcástica.

Estuvimos en silencio mientras dábamos un trago.

-¿Por que te fuiste?- dije.

Duré con Celina dos años casado. La pasábamos en grande. Era comprensiva con mi modo de ser. Le había conocido la noche de brujas durante una fiesta que Williams organizaba en su casa. Cuando terminó todo le ofrecí llevarla en el auto. En la cama, esa mañana, prometió nunca abandonarme.

- No lo sé… -dijo mientras daba un enorme trago- …solo me quería ir

En ese momento recordé todas las desazones después de su partida. La depresión fisiológica; la falta de hambre, de sueño, de concentración. Atender el zumbido telefónico, pensando que ella llamaba, y descubrir al contestar al aparejo no encendido. El miedo de que alguien más, en ese momento, le estuviese haciendo el amor.

Me puse de pie brevemente y le aventé el vaso a la cara.

Celina sangraba. Se palpaba los ojos tratando de sacar algunos restos de sus mejillas pero al hacerlo se deshacía el rostro.

- Eres una puta- dije iracundo.

- Nunca volverás a irte por que nadie te querrá con ese rostro de mierda.

Fui a la cocina y al volver traje un cuchillo conmigo. Me acerqué a ella, le tomé de la oreja recargando el filo y le tajé.

- Sigues siendo el mismo de siempre mi querido Arthur -dijo Celina mientras reía frenéticamente sin inmutarse por las heridas- No deberías preguntarte por que me fui ¿sabes que es lo mas lamentable? que te sigo amando. No hay duda, sigo amando al mismo loco.

- ¡Calla!, ¡calla!...

- … tu padre se enteró que nos separamos. Me ha quitado el empleo. Estoy en la calle y a ustedes les ha importado poco. Busqué trabajo y en todas partes tenia las puertas cerradas. Él llamó a sus allegados para que nadie me empleara. Me rendí. Me rendí después de verte hace días en el bar de la calle McCarthy abrazada por dos marines, eras la estrella del lugar. Uno te tocaba en medio de las piernas mientras el otro te iba besando. Jamás pude recuperarme. Y ahora, tienes el descaro de decir que me amas.

Empuñé el cuchillo. Lo acomodé amenazante sobre el cuello de Celina.

- ¡Anda bastardo, atrévete! Sabes lo que mi padre haría contigo después de ello.

Estaba rabioso.

La aparté de mí. Puse el cuchillo sobre mi cuello y amenacé con degollarme de un solo corte.

Celina reía, se burlaba de mi cuerpo; delgado, moribundo por la carencia, por la lastimera tristeza que me envolvía. Sabía que el pobre Arthur nunca se atrevería a eliminarse.

Ella se levantó. Aún le sangraban las heridas. Cuando estaba por cerrar la puerta se arrimó a sus pies el gato que antes había encontrado. Lo tomó en sus brazos y se quedo quieta, sonriente, acariciándolo.

No hay comentarios: