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domingo, 23 de agosto de 2009

Poesía y política : La subversión de la poesía rumana durante el régimen comunista / Pedro Caselin


La subversión como actitud política incorporada en un texto poético no ha sido una invención del periodo comunista. De hecho, existe si no desde los comienzos de la literatura, por lo menos desde el momento en el que un poder institucionalizado (religioso, político o militar) ha tratado de subordinar al trabajo literario a fines muy particulares.

Son notorios los casos que ilustran el hecho. Beaumarchais en la Boda de Fígaro de 1784, ha ironizado a la nobleza, cuando ha establecido la tesis, según la cual, el principal esfuerzo de un noble es haber nacido. La afirmación es considerada un atentado a las buenas costumbres de la época, y el Rey le recomienda al jefe de la policía que encarcele al autor por atentar en contra de las buenas costumbres de la época.

En Rumania, por atentado a las buenas costumbres han sido acusados, en primer lugar, Hasdeau por su obra Daduca Mamuca. Ya en el periodo interbélico, Mircea Eliade y Geo Bogza, por su denominada literatura pornográfica. Eugen Lovinescu ha hecho una defensa digna de los dos autores mencionados, al establecer que la única pornografía condenable es la falta de talento e imaginación de sus críticos.

Un gran poeta es generalmente subversivo e innovador. El cambio de paradigma conlleva a la confrontación de dos visiones diferentes sobre el mundo, es decir, entre el hombre y la poesía, confrontación que ocurre insidiosamente, desde el interior. Así pues, la poesía subversiva es aquella que se prueba incomoda frente ciertos postulados ideológicos y morales de un determinado poder. En este sentido, la diferencia entre la poesía subversiva y la poesía disidente, radicaría en el campo de la estética, que dicho sea de paso, es el mecanismo de los cambios de la poesía de un estilo a otro y de una corriente a otra.

Así, la generación que se afirmó en los primeros años de la década de los sesentas del siglo XX en la Rumania de aquel tiempo, era orgánicamente una generación necesaria. El fenómeno de explosión poético no venía como un fenómeno singular e inesperado desde el exterior. En todas las áreas del conocimiento, tenían lugar, sobre el fondo de un lúcido análisis, criticas a los errores administrativos en el campo de la cultura, así como de los abusos y las deformaciones concernientes al campo de la estética cometidos por la nomenclatura cultural.

En el fondo, la aparición de nuevas generaciones de poetas, correspondió a una doble necesidad, la primera, aquella de rescatar y retomar la tradición poética y narrativa, considerada hasta ese momento nociva y caduca; la segunda, aquella de deconstruir el discurso hegemónico oficial.

De esta manera, Ion Gheorghe abordó la grave problemática contemporánea de la identidad nacional rumana, variando entre la gloria poética y la interrogación dramática; Ion Alexandru vivió la experiencia del hartazgo y la desesperación campesinas (el mismo que sintió Lucian Blaga), con una inquietud eternamente turbia, casi adolescente; Marín Sorescu presentó una poesía desmistificadora y al mismo tiempo, dignificante del acto poético, retomando de los modernistas y de los futuristas la idea de una poesía a través de la autonegación, es decir, la poesía como un acto de reflexión para la vida; Adrián Panescu propuso, paralelamente, una poesía de presencia inmediata, dinámica e interactiva entre la vida cotidiana que se le había impuesto a la sociedad rumana y aquella anhelada por el poeta; Nichita Stanescu vivó la poesía como un incesante modo de interrogación de sí, en la búsqueda de una esencia de vida; Ileana Malancioiu ofreció una narrativa de misterio y de procreación taciturna, en la cual la contemplación serena se volvía el mecanismo para evidenciar lo que algunos trataban de ocultar.

Pero sin duda, Ana Blandiana, denunció en su narrativa, pero sobre todo en su poesía, la antitesis del paraíso prometido por la utopía del comunismo: el hambre, la desesperación, el miedo y el terror padecidos por la inmensa mayoría de la población.

En el poema Hibernación, la técnica de la subversión se basa en la principal estrategia del realismo mágico: la metonimia. El sueño del ser, en la Hibernación de Blandiana, presenta una connotación moral, en el sentido de la subordinación irresponsable del robo del sonámbulo frente a la dictadura comunista, aceptada como un destino implacable. El sarcasmo de los últimos versos, manifiesta la amargura de una paradoja: una vida transcurrida en la inconsistencia del sueño termina con el despertar inútil hacia la muerte. El adoctrinamiento oficial ha llevado, prácticamente, a la falta de discernimiento entre la verdad y la mentira en donde la muerte, es la aspiración máxima de pureza del ser humano frente a las formas degradadas de la vida social.

En Acerca del país del cual venimos, Ana Blandiana elige el verbo recrear para encapsular la contradicción del proyecto comunista: utopía y realidad. “Es una patria frágil, a la que una hoja cualquiera, cayendo, la puede extinguir” son versos que manifiestan la fragilidad de los pilares de un sistema impuesto, rígido, inhumano. La ciega fe en lo imposible, negando la condición humana en aras de la sociedad sin clases, del hombre nuevo.

De esta manera, la poesía subversiva durante el periodo comunista en Rumania, surgió de la necesidad de revelar el significado de la historia. Así, la metáfora alusiva se transformo en protesta abierta y en el signo distintivo de toda una generación.

Fuente: Periódico de Poesía No. 21, Julio-Agosto 2009.

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